jueves, 9 de enero de 2014

Atraso Histórico

   
  Hemos llegado tarde. Los españoles, con perdón, hemos llegado tarde a todo. No solo por la histórica sucesión de reyes lerdos, generales sanguinarios, dictadores obtusos y gobiernos corruptos al frente del estado, sino porque los curas, los caciques, el ejército, la nobleza y la pesada carga de una burocracia gandula, absurda, gigantesca e inútil se han encargado de procurarnos un atraso histórico que durante siglos ha lastrado las posibilidades del país. Este atraso nos ha hecho llegar tarde a los acontecimientos que han modificado las sociedades del continente donde geográficamente estamos situados. Hemos llegado tarde a la revolución burguesa, a la industrial, a la sexual, a la lucha de clases, al feminismo, al laicismo, a la contracultura, a la democracia como forma de convivencia y hoy en día aún no nos hemos enterado de que el resto de los países del primer mundo ya está superando la revolución tecnológica. Los españoles todavía estamos descubriéndonos la identidad sumergidos en continuas disputas parroquiales, fronterizas y pueblerinas – propias del siglo diecinueve –, mientras en el resto del continente los ciudadanos ya han descubierto que la política actual es lo contrario de lo que era la democracia: ahora no es la democracia quien gobierna el mundo sino una nueva aristocracia; aristocracia caracterizada por su facilidad para enriquecerse especulando a dentelladas con el dinero que, descaradamente, nos roban a los demás.
Hemos llegado tarde a la revolución burguesa, a la industrial, a la sexual, a la lucha de clases, al feminismo, al laicismo, a la contracultura, a la democracia como forma de convivencia y hoy en día aún no nos hemos enterado de que el resto de los países del primer mundo ya está superando la revolución tecnológica.


La indiferencia hacia la política es lo que caracteriza a las sociedades desarrolladas. Nadie cree en la política. Ni siquiera los políticos. El mundo lo dirigen poderosas asociaciones económicas que no están sometidas a ningún control democrático y los políticos no son más que gente a su servicio que se encarga de recaudar impuestos, mantener el orden, procurarse privilegios y promulgar leyes infantiles para que fumemos a escondidas.
La preocupación por el planeta está reemplazando a la movilización de los partidarios de la derecha o de la izquierda para lograr una sociedad conservadora o una sociedad progresista. La sensibilidad ecológica de los ciudadanos es el único movimiento que está creciendo en los países desarrollados. Los políticos ya no se dedican a resolver los problemas fundamentales sino tan solo los accesorios, así que los ciudadanos de estos países se están asociando, no para lograr un cambio de régimen, sino para defender la tala controlada de árboles, el uso racional del agua, la prohibición de los residuos tóxicos, el protocolo de Kioto...; en definitiva, para defender el desarrollo sostenible. El planeta está metido de lleno en gravísimos problemas de complicada resolución – la creciente pobreza, el cambio climático y la explosión demográfica, entre otros - y mientras tanto los españoles, con el tradicional atraso histórico que nos caracteriza, no hacemos más que mandar a todo cristo viviente al desempleo y seguir discutiendo en la barra de los bares sobre naderías; ya saben, sobre el porvenir profesional de Iker Casillas o los planes independentistas que diferentes dirigentes autonómicos consideran necesarios para que sus ciudadanos disfruten de un 'paradisíaco futuro' que, según ciertos ecologistas, geógrafos, físicos y otros científicos de probada reputación, parece, cuando menos, complicado, muy, muy complicado...

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