Tal vez
entre sus propósitos para el nuevo curso, además de fumar menos,
hacer dieta, aprender inglés o apuntarse a un gimnasio cualquiera,
tenga usted la pretensión de huir. No solo de sí mismo, que es lo
más complicado, sino también de los recortes, la prima de riesgo,
las tertulias radiofónicas, el desplome del euro, los partidos de
fútbol del Barcelona contra el Real Madrij, las divergencias entre
la Europa franco-alemana y el euroescepticismo de la gran Bretaña y
las discusiones sobre la mucha o la poca capacidad del gobierno del mentiroso Mariano Rajoy para poner en marcha este antiguo reino de taifas ahora
prósperamente reconvertido en un reino de mafias. Tal vez su
propósito venga condicionado por la terca realidad y no tenga usted
más pretensión que la de abandonar la localidad donde habitualmente
reside ya que, como nos ha ocurrido en Santander, alguien, no se sabe
bien quién, como, ni por qué, ha decidido paralizar toda actividad
emprendedora dejándonos sin otro entretenimiento vital que la
contemplación del descomunal paisaje que nos circunda. La tarea no
es nada sencilla. Huir, sí, pero, ¿a dónde?. Es posible que la
abrumadora información que usted diariamente recibe de traslados,
vacaciones, vuelos baratos y viajes al extranjero le colapse el buen
funcionamiento de las neuronas cerebrales y no sepa a donde dirigirse
para desentenderse de las disputas identitarias, las catástrofes del
telediario, los incomprensibles negocios de Iñaki Urdangarín, las
apocalípticas profecías de los cientos de gurus económicos que nos
asedian por todas partes y del desmoralizador desmoronamiento
económico e institucional del Racing Club de Futbol. No se preocupe,
para eso estamos, para ayudar en cuánto podamos.
Lo
primero es saber que huir no resulta fácil ni barato. Las opciones
son limitadas. Los paraísos terrenales no abundan. Los que había
los han llenado de turistas que beben como poetas rusos desquiciados,
hablan como comerciantes napolitanas, sudan como luchadores de sumo y
calzan sandalias con calcetines blancos. Además los pocos que aún
perduran tienen como propietarios a multimillonarios chiflados o no
pueden nombrarse, en un intento – vano, supongo - de
salvaguardarlos de la voracidad constructora de los constructores
españoles.
Lo
segundo es persistir en su propósito. Ya se sabe, el que la sigue la
consigue. Así que si usted persiste en huir y además en su huida
pretende hacerse rico – pero rico de verdad, no como nuestros
constructores que tuvieron que repartirse el botín con los alcaldes
y concejales de los municipios que arrasaron – tiene usted que
desplazarse a China. Ahí está el futuro. Los chinos no solo
trabajan como chinos por un salario de mierda, sino que además
durante los últimos doce años han ocupado el primer lugar entre los
países en vías de desarrollo en la utilización efectiva de fondos
exteriores, convirtiéndose de la noche a la mañana en el mercado
mundial donde las ventas al por menor de artículos de consumo más
crece; ademas, aparte de los productos de consumo básico, como
alimentación, ropa y electrodomésticos, actualmente sectores como
la automoción, los productos de marca y los artículos de lujo son
cada vez más populares y más demandados en China. El fuerte
crecimiento de la renta familiar, la rápida transformación de una economía basada en la agricultura a una economía industrial y el
desarrollo de las clases medias pudientes ha provocado que los
descendientes de la revolución cultural de Mao estén superando a
los USA como consumidores. Así que no lo dude. Los chinos le
comprarán cualquier cosa que usted quiera venderles y además
también se la fabricarán sin venirle con leches de huelgas,
prejubilaciones, prestaciones por desempleo, bajas por maternidad y
otros derechos sociales. También es posible que usted no pretenda
hacerse rico – de toda hay en la viña del señor – sino que en
este nuevo curso tan solo ansíe huir de la vida que le está tocando
transitar para dedicar todo su tiempo a practicar alguna de sus
aficiones o de sus perversiones. En ese caso mas que aconsejarle, le
deseo suerte y paciencia, mucha
suerte y mucha paciencia, que esa es la receta que servidor, tal y
como está de complicado el panorama, se aplica a si mismo para
tratar de sobrevivir haciendo lo poco que sabe hacer para ganarse la
vida, o sea, escribir, donde puede, de estas y otras banalidades...