He aquí unas modestas recomendaciones para este fin de semana, en el supuesto de que no se tengan otras cosas que hacer: un paisaje que visitar en la costa cántabra - en concreto el pueblo de Somo, situado en la parte sur de la bahía de Santander -. Dispone este municipio de una larguísima playa donde se puede practicar surf, pasear, tentar con anzuelos y señuelos a las lubinas, recoger conchas marinas o aullarle a la luna en soledad, que, en esta vida, ya se sabe, todos son aficiones... Tiene, también, los suficientes restaurantes sólidos, consistentes, alejados del minimalismo literario de la "nueva cocina", para degustar los pescado propios del cantábrico y los arroces cocinados con almejas, bogavantes, quisquillas, mejillones y otras delicias capturadas en la misma bahía, en los arenales de Pedreña, donde, por cierto, se puede practicar el golf en su soberbio club, siempre, eso si, de que, monetariamente, se disponga de algo más que el miserable salario de un periodista... Para los aficionados a la música les ofrezco aquí una rareza de la italiana Mina Mazzini cantando en español junto al también italiano Richard Cocciante y, ya, para los letraheridos, un poema del gaditano Felipe Benítez Reyes recuperado de su libro "Los vanos mundos", editado en el año 1985, libro a mi modesto entender donde están incluidos los más acertados versos de ya su larga trayectoria. Y para finalizar, o como estrambote o media veronica, remato con una certera cita de Stendhal - ¿Stendhal?, no me jodas, que pesadez -, pues si, Stendhal, que para algo estan los clásicos, que no son solo un adorno en la biblioteca del salón familiar...
Advertencia
- Poema de Felipe Benitez Reyes
Si
alguna vez sufres -y lo harás-
por
alguien que te amó y que te abandona,
no
le guardes rencor ni le perdones:
deforma
su memoria el rencoroso
y
en amor el perdón es sólo una palabra
que
no se aviene nunca a un sentimiento.
Soporta
tu dolor en soledad,
porque
el merecimiento aun de la adversidad mayor
está
justificado si fuiste
desleal
a tu conciencia, no apostando
sólo
por el amor que te entregaba
su
esplendor inocente, sus intocados mundos.
Así
que cuando sufras -y lo harás-
por
alguien que te amó, procura siempre
acusarte
a ti mismo de su olvido
porque
fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato.
Y
aprende que la vida tiene un precio
que
no puedes pagar continuamente.
Y
aprende dignidad en tu derrota,
agradeciendo
a quien te quiso
el
regalo fugaz de su hermosura.
El amor es una bellísima flor, pero hay que tener el coraje de ir a recogerla al borde de un precipicio. (Stendhal)
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